Andrés Aylwin A.

"Ya despertarán las conciencias dormidas como un enorme caudal. Ese día el signo de la historia no será el odio sino la hermandad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Soy testigo del dolor de nuestro pueblo durante 17 años. Por eso, jamás renunciaremos a nuestra lucha por convertir ese dolor en frutos de esperanza"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Los políticos tenemos una gran misión pedagógica. Y por lo mismo, tenemos que afrontar los problemas con equidad y diciendo la verdad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

Andrés Aylwin A.

"Ya despertarán las conciencias dormidas como un enorme caudal. Ese día el signo de la historia no será el odio sino la hermandad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Soy testigo del dolor de nuestro pueblo durante 17 años. Por eso, jamás renunciaremos a nuestra lucha por convertir ese dolor en frutos de esperanza"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Los políticos tenemos una gran misión pedagógica. Y por lo mismo, tenemos que afrontar los problemas con equidad y diciendo la verdad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

Biografía

Parlamentario

1965-1973

Andrés Aylwin Azócar trabajó decididamente en los sectores agrícolas de San Bernardo, Melipilla, Buin e, incluso, San Antonio. Era un tiempo en el que comenzaron a formarse los primeros sindicatos campesinos, por lo que participó mucho “en el aspecto legal de la organización de esos sindicatos”. Además, debido a su estatus de profesional, logró imponer cierto respeto ante el sector patronal, resguardando así los intereses de los trabajadores.

Al mismo tiempo, formó parte de un grupo extenso de profesionales que contribuyeron en la elaboración del programa de Eduardo Frei Montalva, entonces candidato a la presidencia de Chile, y que todos los fines de semana se desplegaba en los “sectores poblacionales, los sectores agrícolas, los pueblos, a las comunas, a exponer el programa”. Dado que llegó a ejercer cierto tipo de liderazgo, este grupo lo eligió como candidato a diputado por la zona.

En 1965 Andrés Aylwin Azócar fue elegido diputado por la Octava Agrupación Departamental, que en aquel entonces abarcaba Melipilla, San Antonio, San Bernardo y Maipo. Como parte de su labor parlamentaria integró la Comisión Permanente de Constitución, Legislación y Justicia, la de Agricultura y Colonización, y la de Trabajo y Seguridad Social, además de diversas comisiones especiales. Entre 1966 y 1967 fue miembro propietario del Comité Parlamentario Demócrata Cristiano.

En su periodo legislativo posterior (1969-1973) fue miembro de la Comisión Investigadora de Actos de Violencia en Contra de Campesinos y Funcionarios de la Corporación de la Reforma Agraria (CORA) y del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP). Durante los meses de su tercer periodo parlamentario (que se vio interrumpido por el golpe de Estado) fue presidente de la Comisión Permanente de Agricultura y Colonización.

En sus palabras, la Cámara de Diputados estaba compuesta por “todo el espectro social. Era muy representativa del Chile real. Habíamos bastantes profesionales, pero casi todos éramos personas comprometidas con los pobres, con el sindicalismo… Había hijos de campesinos, había campesinos también, había un inquilino, había un dirigente mapuche”.

Los años de su labor parlamentaria estuvieron marcados por la realidad campesina con la cual le había tocado convivir. Así, desde un comienzo se enfocó en presentar proyectos de ley vinculados directamente con la Reforma Agraria. Una de las principales -que luego sería patrocinada por el Congreso- fue la que abordó el problema de las parcelaciones de los predios por parte de sus dueños. 

Indagando en notarías de la zona, Andrés Aylwin Azócar se percató de que, ante el riesgo inminente de perder parte de sus tierras, los latifundistas estaban parcelando sus terrenos para evitar que estos aplicaran como tierras de un tamaño significativo que no estaban produciendo y que, por ello, serían divididas y entregadas a trabajadores para su explotación. Se trataba de uno de los principales problemas que enfrentaba la Reforma Agraria impulsada por el ya presidente Eduardo Frei Montalva, y que pudo incluso hacerla fracasar. 

En 1967 escribió “Experiencias sindicales campesinas”, documento que fue difundido entre sus camaradas demócrata cristianos, y que daba cuenta de las míseras condiciones laborales que se vivían en el campo. “Eran los únicos trabajadores que no tenían derecho a descanso dominical, que no tenían jornada de trabajo, asignación familiar, salario mínimo. Era un sector que no existía en la sociedad”. Además, relató la hambruna, el analfabetismo y plasmó el panorama social y político partidario que se vivía, haciendo un llamado enérgico a la Democracia Cristiana a tener una postura decidida que pudiese hacerse cargo de estas injusticias, a hacer de la lucha del campesino su propia lucha.

En un contexto en que los debates ideológicos del parlamento estaban marcados por la Guerra Fría, el trabajo de Andrés Aylwin Azócar estuvo siempre firmemente ligado a los dos grandes anhelos que tuvo desde niño: “Luchar por la justicia, que no hubiera tanta desigualdad y hacer cambios en democracia, sin dictadura”.

 

1990-2000

Tras una cruenta dictadura, los desafíos que afrontaba el país era muchos y muy profundos. El retorno a la democracia para Andrés Aylwin Azócar provocó -al igual que para todos quienes formaban parte de la Concertación- un sentimiento de profunda responsabilidad y la suya estaba principalmente ligada a todo lo que le había tocado ver, escuchar y vivir durante esos 17 años de horror. Su principal preocupación -de acuerdo con sus propias palabras-, fue “procurar la libertad de los presos políticos y evitar que esa libertad se condicionara a una impunidad general en materia de DDHH”. Un hecho que lo marcó profundamente, en este sentido, ocurrió dos días antes de que se hermano Patricio asumiera la presidencia de la República. 

Al igual que el resto de los parlamentarios electos, Andrés Aylwin Azócar -que había obtenido la primera mayoría en San Bernardo- viajó unos días antes a Valparaíso para el cambio de mando. Apenas llegó al hotel Belisario Velasco (que asumiría como subsecretario del Interior) se puso en contacto para informarle que se le requería en Santiago puesto que agrupaciones y familiares de presos políticos se habían tomado la catedral de Santiago, lo cual era muy delicado porque había mucha prensa extranjera y porque, posterior al cambio de mando, allí debía realizarse el tradicional Te Deum. Se le explicó, también, que los manifestantes no aceptaban conversar ni con Enrique Krauss, futuro Ministro del Interior, ni con Francisco Cumplido, futuro Ministro de Justicia. Que lo pedían a él.

El viaje de vuelta a Santiago estuvo marcado por el nerviosismo y la preocupación, puesto que no sabía cuáles serían las demandas y menos qué es lo que él podría ofrecer, cuestión que se profundizó cuando, al entrar a la catedral, se percató de que todos los rostros le eran familiares: los había conocido defendiendo a quienes eran sus padres, hijos o hermanos. Sin embargo, tras conversar y abrazarse, el edificio fue entregado a los diez minutos. “Mire, don Andrés, nosotros lo único que le pedimos es que usted nos siga acompañando con la misma lealtad con que nos acompañó durante todos estos años”. La emoción que le provocó la confianza que aquellas personas depositaban en él fue algo que lo marcó hasta el día de su muerte.

Durante estos dos periodos parlamentarios (electo con casi el 56% de los votos por el Distrito Nº30, “San Bernardo, Buin, Paine y Calera de Tango”) Andrés Aylwin Azócar fue parte de la comisión permanente de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, y de la de Constitución, Legislación y Justicia, de la cual fue su presidente tras su reelección. Si bien su labor también abarcó otras áreas, como el acceso público a las playas y ríos independiente de que la propiedad del lugar fuese privada, la regulación de los medios de comunicación, su pluralismo y la libertad de expresión, o la Ley N° 19.688, que “Modifica la ley N° 18.962, Orgánica Constitucional de Enseñanza”, que permitió que las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia pudiesen entrar a las salas de clases, entre otras, lograr la libertad de los 400 presos políticos era su principal preocupación.

Y se logró, pero no fue fácil. No solo porque la derecha apostaba a que el costo de la liberación fuese la impunidad para los violadores de DDHH, sino que porque “esa idea llegó también a personas de la Concertación y a personas del Gobierno (no a mi hermano, lo dejo muy claramente establecido, no mi hermano, pero sí ministros, senadores, diputados), estaban con la idea de que se podía hacer un paquete”. De hecho, existió un Acuerdo Marco que justamente resolvía el problema de los presos ofreciendo impunidad y que en buena medida no prosperó gracias a la férrea oposición que ofreció Andrés Aylwin Azócar.

Otro hecho que lo afectó profundamente fue cuando presentó, junto a Sergio Elgueta, un proyecto de ley que, entre otras cosas, proponía para los presos políticos que cada año en cárcel valiese por tres, con lo cual se resolvía la situación. Sin embargo, y a pesar de que se trataba de un punto establecido en el programa de Gobierno, llegado el momento se solicitó que la votación fuera secreta y se perdió. “Y, claramente, en esa pérdida estuvieron involucrados sectores de la Concertación y que no tenían por qué votarla en contra”.

Situaciones como las anteriores le trajeron consecuencias dolorosas, aislamiento, algunas peleas, incluso abandonar la bancada de su partido por un tiempo. Nada de esto lo detuvo, en todo caso, de lo que consideraba un deber moral. Siguió luchando y tuvo también aliados, como Laura Rodríguez, Mariano Ruiz-Esquide o el mismo Elgueta, entre otros, pero por sobre todo las víctimas de la dictadura y una gran base social, tanto de la DC como de otros partidos y de las organizaciones principalmente de poblaciones (muchas vinculadas a la iglesia), con quienes compartía una intransigencia “en la afirmación de los valores morales”.