Andrés Aylwin A.

"Ya despertarán las conciencias dormidas como un enorme caudal. Ese día el signo de la historia no será el odio sino la hermandad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Soy testigo del dolor de nuestro pueblo durante 17 años. Por eso, jamás renunciaremos a nuestra lucha por convertir ese dolor en frutos de esperanza"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Los políticos tenemos una gran misión pedagógica. Y por lo mismo, tenemos que afrontar los problemas con equidad y diciendo la verdad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

Andrés Aylwin A.

"Ya despertarán las conciencias dormidas como un enorme caudal. Ese día el signo de la historia no será el odio sino la hermandad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Soy testigo del dolor de nuestro pueblo durante 17 años. Por eso, jamás renunciaremos a nuestra lucha por convertir ese dolor en frutos de esperanza"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

"Los políticos tenemos una gran misión pedagógica. Y por lo mismo, tenemos que afrontar los problemas con equidad y diciendo la verdad"

Andrés Aylwin Azócar, 1925-2018

Biografía

Primeros años

Familia 

Andrés Aylwin Azócar fue el tercero de los hijos del matrimonio entre Miguel Aylwin Gajardo y Laura Azócar Álvarez. Se crió en San Bernardo, en una casaquinta ubicada cerca de la Maestranza de Ferrocarriles, junto a sus hermanos Patricio, Carmen, Arturo y Tomás.

Su padre se formó solo, ya que quedó huérfano a los doce años. En palabra de su hijo Andrés, “era un hombre muy austero, muy sencillo, con un gran sentido de justicia”. Fue profesor de historia, abogado y juez, y llegó a ser presidente de la Corte Suprema de Justicia en 1957. 

Su madre -que provenía de una familia de clase media de San Fernando-, “se indignaba ante el dolor”. Cada vez que expresaba sus reclamos era como una “invitación que nos hacía a nosotros a incorporarnos al servicio público”.

Así, resulta difícil expresar con justicia lo mucho que influyeron los valores inculcados por su padre y su madre para despertar -tanto en él como en sus hermanos- ese “gran deseo de entrar al servicio público”.

Estuvo casado por 68 años con Mónica Chiorrini Givovich con quien tuvo cuatro hijos: Cecilia, Andrés, Pedro y Verónica. Además de ser su eterna compañera, fue también una férrea defensora de los DDHH, recibiendo, cuidando y escondiendo, a perseguidos por la dictadura en el seno de su hogar. Al igual que las esposas e hijas familiares de detenidos desaparecidos, sus amigas, enfrentó con sufrimiento pero con gran entereza los meses de relegación de Andrés Aylwin Azócar en el Norte de Chile, haciéndose cargo de sus hijos, de la casa y de las gestiones incesantes para poder recuperar a su marido.

De sus padres también heredó la idea de que la familia debía permanecer unida más allá de cualquier consideración política, cuestión que junto a Mónica Chiorrini Givovich llevaron a la práctica hasta sus últimos días, invitando sagradamente a almuerzos los días sábados junto a sus cuatro hijos y sus diez nietos.

“Una escuela de la democracia”

Cursó la totalidad de su enseñanza escolar en el Liceo de Hombres de San Bernardo, un lugar en el que “había hijos de obrero ferroviarios, había hijos de militares y civiles, había hijos de profesionales, de todo el mundo. Y todos éramos amigos, no había ninguna diferencia.”. 

Junto a su hermano Patricio y Pedro Videla fundó, en 1943, el periódico quincenal “El Más”, haciéndose notorio su entusiasmo por participar de los debates de la contingencia, y especialmente de aquellos que suponían una posición ética (como cuando, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, se declaró a favor de los aliados). Así, Andrés Aylwin Azócar vio siempre su liceo como “una escuela de la democracia”.

Fue una época, también, en la que se comenzó a formar su interés por la realidad del campesinado. Prueba de esta sensibilidad especial para con el mundo agrario fue la publicación del cuento “Adiós tierra”, en el cual relató el drama de una familia campesina expulsada de su hogar.

Se consolida una vocación

Cursó sus estudios superiores en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, obteniendo su licenciatura en Ciencias Jurídicas y titulándose de abogado el 19 de junio de 1953. Su memoria “Estudio crítico de nuestro procedimiento del trabajo” da cuenta de cómo su estudio del derecho fue impregnado por sus ideas de justicia social.

Al recordar el ambiente que Andrés Aylwin Azócar vivió en dicha facultad, solía destacar que “el debate político siempre estuvo presente”. Como era característico de la educación pública, allí convivían todas las tendencias políticas, por lo que encontró un entorno que propició el comienzo de su trayectoria política.

Si bien en sus inicios solía relacionarse de manera más cercana con los grupos socialistas, en 1949 se decidió a ingresar a la Falange, entre otras cosas, porque se trataba de un grupo “muy humano, muy solidario, muy fraterno”. Ese mismo año, el quinto de su carrera, fue candidato como delegado a la Federación de Estudiantes por su nueva casa política. Salió elegido con una buena votación y eso dio paso para que al año siguiente se transformara en el primer candidato falangista que aspirara a la presidencia de dicha federación. No salió elegido pero pasó a formar parte del Consejo Ejecutivo, actuando como representante de los estudiantes ante el Consejo Universitario.

Algunos años después se dedicaría a la docencia en su Alma Mater, desempeñándose como profesor auxiliar de Práctica Forense en la Escuela de Derecho, además de impartir clases en el Liceo Nocturno de San Bernardo.

Ya titulado, Andrés Aylwin Azócar mantuvo su vocación de servicio público, ejerciendo como abogado en el Consultorio Jurídico del Colegio de Abogados de San Bernardo entre 1953 y 1957, un servicio gratuito dirigido a los más pobres, en tiempos en que aún no existía la Corporación de Asistencia Judicial. Durante esos cuatros años, llegó a ser jefe de dicha institución. Entre 1956 y 1964 trabajó en el Servicio de Asistencia Judicial de Santiago y entre 1963 y 1965 asumió como abogado en el Consejo de Defensa del Estado.